En la antigüedad se usaban distintos minerales para crear esculturas, joyería, amuletos, entre otros, por lo cual, el uso de ónix y el alabastro solía ser muy común debido a su accesibilidad y práctica manipulación.

El ónix se considera una piedra semipreciosa que fue muy utilizada para crear vasijas, mascaras, puntas de lanza etc. Por lo regular su color es blanco con negro, pero sus tonalidades también pueden ir desde el naranja, rojo, amarillo y café. Es considerada una piedra protectora, que se asocia a la fuerza, resistencia y tenacidad. En los espacios arquitectónicos se emplea como elemento semi traslúcido que difumina la incidencia de luz mediante tonalidades amarillas y ámbar.

El alabastro es una especie de roca translúcida de color blanquecino, muchas veces tiene vetas o manchas de distintos colores, este, fue muy utilizado históricamente por distintas culturas para crear estatuas, monumentos, altares entre otros. Es asociado con la pureza, la armonía y la serenidad.

Como ejemplos en México:

La biblioteca Central de la UNAM, construida en 1950 por Juan O´Gorman incluye el ónix, ya que permite el paso de la luz tenue; sus efectos son parecidos a los que logran los vitrales emplomados con virios opalescentes, evitando se vea a través de este. Al interior de los espacios crea una atmósfera de introspección con tonalidades en ámbar de tal manera que el interior sea cálido visualmente.

La estela de luz construida en el 2020 por César Pérez Becerril también fue diseñada con ónix y aunque no es considerada como un vitral, es una de las obras monumentales de paneles translúcidos más grandes en los últimos años.